El Caso Lonquén
Los dirigentes y sus familiares
Isla de Maipo es un pueblo campesino ubicado a unos 45 km al sur de Santiago. La mayoría de sus habitantes, hoy, como en 1973, viven de la agricultura, principalmente de los viñedos,las frutas y las hortalizas.
Desde el primer día del golpe, en medio de la ola de venganza política y social desatada luego del golpe militar, el teniente a cargo de los carabineros del pueblo, Lautaro Castro Mendoza, recorrió uno por uno los fundos de la zona preguntando a los empleadores acerca de aquellos campesinos que, durante el depuesto gobierno popular, hubieran sido «los más conflictivos», entendiéndose por tales los más activos en defender sus derechos.
Con esa rara información, el domingo 7 de octubre se detuvo en sus casas a don Sergio Maureira Lillo y a sus hijos Sergio, Rodolfo, José Manuel y Segundo Armando. También esa noche sacaron a golpes de sus domicilios a don Enrique Astudillo Álvarez, junto a sus hijos mayores: Ramón y Omar; y para completar la macabra tarea, también fueron detenidos esa noche: Nelson Hernández Flores y sus hermanos, Carlos Segundo y Oscar Nibaldo.
Los jóvenes de la plaza
Por otra parte, al mediodía de ese domingo, en la pequeña plaza del pueblo, habían sido detenidos cuatro jóvenes bajo la arbitraria acusación de faltar el respeto a la nueva autoridad. Se trataba de: Manuel Jesús Navarro, Miguel Ángel Brant, Iván Ordóñez Lama y el joven santiaguino de visita en Isla de Maipo: José Manuel Herrera Villegas, estos dos últimos de apenas 17 años.
El macabro hallazgo
Transcurrido un tiempo, las búsquedas de los familiares resultaron infructuosas, interponiéndose un recurso de amparo en el año 1974, en favor de los once campesinos detenidos.
En la tramitación de ese recurso, el subrogante de la Tenencia de Isla de Maipo, expresó, mediante oficio dirigido a la I. Corte de Apelaciones de Santiago decía; «efectivamente fueron detenidos en el mes de octubre del año pasado, por personal de esta unidad, los que fueron enviados con minuta s/n, de fecha 8 del mismo mes, por las razones que en ella se indica, al Campo de Prisioneros de Estadio Nacional en donde fueron recibidos conforme, según consta por firma que registra al reverso de la copia de la minuta que, al parecer, dice Sargento 2º González, documento del cual se adjunta fotocopia». (Informe Comisión Rettig)
A fines de 1978 y a raíz de una denuncia anónima ante la Iglesia Católica, se informó sobre la existencia de restos humanos en una mina abandonada en los faldeos del cerro Lonquén.
Se inició entonces una investigación judicial a cargo del Ministro en Visita, Adolfo Bañados Cuadra, quien más tarde y debido a la participación de uniformados en el crimen, debió declarar su incompetencia y trasladar el caso al Fiscal Militar Gonzalo Salazar Swett. Este juez castrense, en tiempo breve, aplicó la recientemente dictada ley de amnistía, dejando prontamente sin castigo a todos los carabineros implicados.
Las condenas
No fue hasta el año 2005 en que el proceso pudo ser reabierto a instancias de los familiares logrando en 2016 la condena de a David Coliqueo Fuentealba, Justo Ignacio Romo Peralta, Félix Héctor Sagredo Aravena, Jacinto Torres González y Juan José Villegas Navarro, entre otros, a la pena de 15 años de presidio mayor en su grado medio como autores de los delitos de homicidio calificado.
En cuanto al ex jefe de la unidad policial, Teniente Lautaro Castro —quien cumplía una sentencia previa de 20 años, por el asesinato de dos dirigentes campesinos fusilados sobre el puente de Naltagua— éste murió en el penal de Punta Peuco, antes de cumplir la totalidad de dicha condena, razón por la cual fue sobreseído de su principal responsabilidad en el caso Hornos de Lonquén.
Debieron pasar más de 43 años para obtener algo de verdad y justicia en el caso Lonquén.
Lonquén simboliza el punto de partida de la develación de la mentira institucional que la dictadura cívico militar sostenía en el mundo entero, hasta el año 1978, de la no existencia de los detenidos desaparecidos.
Esta mentira institucional se derrumba, más precisamente en noviembre de ese año, cuando son descubiertos los restos de los 15 campesinos en los Hornos de Lonquén. Sería así el impulso para la denuncia en todos los foros internacionales respecto al drama de los detenidos desaparecidos en nuestro país.
Sin la verdad de Lonquén en 1978, la mentira de la dictadura habría prevalecido muchos años más.