La creación de la Corporación Memoria Lonquén responde al propósito de un grupo de familiares de las víctimas, así como también de profesionales y técnicos de distintas áreas, de contribuir a perpetuar la memoria histórica de Lonquén y de todas las violaciones a los derechos humanos cometidas bajo la dictadura militar que se inició en 1973 y particularmente, de aquellas que ocurrieron en el mundo rural.

Desde su fundación, la Corporación Memoria Lonquén en conjunto con los familiares, ha sido un actor relevante en la compra por parte del Estado Chileno del sitio histórico en que estuvieron los hornos. También en la construcción del Mausoleo, del Monumento Calabozos y del Monolito Puente de Naltagua, como testimonios materiales de la represión dictatorial en la zona.

También la entidad colaboró activamente en la creación de la Agrupación de Familiares, en el entendido que ambas instituciones cumplen roles diferentes y al mismo tiempo, complementarios.

En el tema ambiental, la Corporación Memoria Lonquén se opuso tenazmente durante largos años a la instalación de un basural a poca distancia de los hornos, el que finalmente se instaló convirtiéndose desde entonces en una amenaza cierta a la creación de un digno memorial.

En el ámbito social, la Corporación ha tenido la oportunidad de colaborar con la rehabilitación de menores del Centro de Rehabilitación Conductual Santa Inés de Calera de Tango, a través de la realización de talleres artísticos relacionados con los DD.HH., dirigidos por el artista visual Patricio Celis.

Finalmente, una de las principales aspiraciones, tanto de la Agrupación de Familiares como de la propia corporación, es construir un Memorial y el Parque Metropolitano de los Derechos Humanos como un lugar de reflexión en torno a los DD.HH. en el mismo sitio en que estuvieron los hornos, los cuales fueron dinamitados en 1980 con el siniestro propósito de impedir las romerías espontáneas que la comunidad comenzó a realizar desde el macabro hallazgo de finales de 1978.

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